Peter Seewald. Benedicto XVI. Una vida

Autor
Josemaría Carabante
Publicación
Aceprensa

B16

Volviendo la vista atrás, hay algo que no solo destaca a lo largo de la vida de Benedicto XVI, sino que también explica su principal línea teológica: su esfuerzo por “desmundanizar la Iglesia”. A ello hacía referencia tanto en uno de sus primeros trabajos académicos como en la entrevista con que finaliza esta monumental biografía.

¿Se necesitaba una más, teniendo en cuenta las que ya existen, provistas de tantos detalles? El mérito de este repaso por su vida, escrito por Peter Seewald, que conoce bien a Ratzinger, no estriba solo en ofrecer aún más datos precisos sobre su entrega a la Iglesia, sino en reflejar la personalidad del Papa emérito, explicando, entre otras cosas, cómo la seguridad que tiene en sí mismo (es impactante, al tiempo que tranquilizador, percatarse de lo ajeno que se muestra a la presión o a la opinión pública) radica en una fuente sobrenatural: en su confianza de que es el “buen Dios” quien le guía.

Es indudable la relevancia de Ratzinger en la teología católica de la segunda mitad del siglo XX, pero se debería llamar más la atención sobre su impacto eclesial. Este bávaro sencillo, acostumbrado a trabajar entre bambalinas, fue decisivo para diferenciar el grano de la paja para poner al mundo moderno a la altura de las exigencias y expectativas del Evangelio.

El Vaticano II tiene la huella de Ratzinger, que, en aquella época, era asesor del influyente cardenal Frings, lo cual, a tenor de las diversas interpretaciones que se han hecho de ese evento, no deja de ser una garantía. El autor de Introducción al cristianismo no estaba en principio en contra de la modernización, pero sí de un progreso que supusiera el falseamiento de la doctrina. Así, donde los agitadores de la teología observan cesuras, el Papa emérito, templado y juicioso, ve un catolicismo dinámico, fértil y plural, empeñado en ser fiel al legado que se le ha encomendado. Es así, sin abandonar la perspectiva histórica, la forma en que hay que entender su postura acerca de la Iglesia del futuro: más pequeña, pero espiritualmente mucho más vigorosa.

Dos apuntes importantes. No es verdad, por una parte, que Benedicto XVI mirara para otro lado en todo lo relacionado con el escándalo de los abusos sexuales. Seewald explica las decisiones adoptadas durante su etapa como prefecto y el endurecimiento de las medidas tomadas contra los acusados, así como su preocupación por la atención a las víctimas. La orden fue no mantener nada de ello en secreto, tal y como han recordado Hans Zollner y el Papa Francisco. Por otro lado, al renunciar, Benedicto XVI es consciente de cuál es su misión, orar por la Iglesia, y muestra siempre su apoyo incondicional a Francisco.

Vendrá bien a los amantes de las conspiraciones leer la última entrevista que Benedicto XVI ofreció a Seewald. En ella, subraya a que la amenaza que se cierne sobre la Iglesia procede de la resistencia que muestra el hombre para seguir a Cristo. Y añade que en este tiempo el peligro está en las ideologías que rechazan la verdad y destierran a quienes, como el propio Benedicto, se proponen defenderla.