1. En en el primer vídeo, el profesor Rafael Ruiz profundiza en las relaciones entre la verdad, la opinión y la certeza.
Un buen conocimiento de los niveles de realidad facilita el diálogo constructivo y evita la radicalización o el fundamentalismo. Las personas individuales, las familias, los países, el mundo entero se benefician de un diálogo abierto.
Los niveles de realidad entre ciencia y opinión
Se parte de diferentes niveles de realidad, como los entendía Aristóteles. Una parcela de la realidad son las cosas necesarias, que incluyen el conocimiento científico. Otra parcela, mucho más grande, incluye lo contingente.
Lo contingente es aquello de lo que opinamos, sin una certeza científica. El amplio campo de la opinión se prueba por argumentación. Es posible la amistad con quienes piensan distinto en muchas materias, a condición de que se abandone el egocentrismo.
Manifestar con serenidad las propias opiniones
En ocasiones, las redes sociales radicalizan y dificultan el diálogo. Solo se escuchan las voces que se desean escuchar… Parece que no caben otros puntos de vista.
Conocer las opiniones de otros sobre una misma realidad es clave para unas sanas relaciones interpersonales. La paz individual y social depende de esto.
Conversar para convertirse
Con el conocimiento de muchas opiniones, conversando sobre ellas, se puede llegar a la conversión. No es la conversión solo un concepto religioso, sino que incluye la capacidad de ver cómo piensan otros. En esa apertura caben opiniones diversas y una riqueza de tonos y matices.
Incluso hacer el bien y evitar el mal, en lo que casi todos coinciden, se puede concretar de muchas formas: cada uno decide cómo, dónde y con quién llevarlo a la práctica.
¡Qué importante es la propia opinión! por eso es propia… Y, al mismo tiempo, qué necesario es conocer y respetar la opinión de los demás.
2. Conocer mejor a partir de muchas opiniones
El profesor Rafael Ruiz continúa hablando de la importancia de escuchar a los demás, de dar valor a las opiniones propias y ajenas. En el primer vídeo trató sobre la verdad y lo opinable. Ahora se adentra en la importancia de conocer mejor la realidad, teniendo en cuenta muchas opiniones, para no terminar en ideologías.
La realidad la conocemos a partir de nuestro punto de vista, según quienes somos. Esto es reflejo de la dimensión relacional en nuestra vida.
No solo es conveniente, sino que necesitamos escuchar distintos puntos de vista para conocer mejor la realidad. Oír lo que los otros tienen que decir lleva a la conversación y conversión, como se explicó n el primer artículo. Con el diálogo se puede llegar a una serie de puntos u opiniones comunes.
Utopías y mundos perfectos de ideas fijas
Es bueno soñar con mejorar el mundo. El peligro es cuando esos sueños se transforman en ideología de pensamientos único. Es decir, en ideas inamovibles y dogmáticas.
En la ideología todos tienen que hacer lo que uno piensa. Algunas agendas políticas de izquierdas y derechas están pensadas en esta línea absolutista.
Es una gran pobreza intelectual no admitir otros puntos de vista distintos del propio, de lo que marca la agenda. Es fácil y triste dar solo una o dos posibilidades para interpretar la historia.
La importancia de admitir lo probable para dialogar
Hay una gran cantidad de realidades políticas, económicas, etc., en las que se trata de ver lo que es lo más probable, lo verosímil, que mencionaba Aristóteles.
Casi todo, incluso la misma educación se puede hacer de muchas formas posibles. Unas formas serán más probables que otras. Lo más probable es lo más prudente en las circunstancias concretas.
Para una vida más armónica y pacífica y democrática, debemos buscar el diálogo. La polarización crea burbujas ideológicas exclusivas que desprecian al otro.
Para Aristóteles, el ser humano es racional, que tiene que ver con relacional. Necesita oír otros puntos de vista para ampliar su visión de la realidad. Los puntos en común y de unión enriquecen a la humanidad.
Atreverse a dar la propia opinión
Junto con las ideologías de pensamiento único, crece el número de los que no quieren opinar ni decidir libremente, por miedo.
La riqueza intelectual lleva a cambiar de opinión cuando se conocen nuevos datos. El realismo vital excluye pensar en soluciones únicas. Pero, al mismo tiempo, hay que atreverse a opinar, sin aspirar a ser la única voz y respetando a todos.
Asumir el riesgo de saber pensar por cuenta propia es signo de madurez, si se acompaña de respeto. Por este camino se fomentan iniciativas y se obtiene más paz y serenidad para uno mismo y para la sociedad.